domingo, 30 de enero de 2022

NO TODO ESTÁ EN INTERNET

 Era otra época. 

El Partido Revolucionario Institucional dominaba contundentemente las esferas políticas del país. Había partidos de oposición, sí, y gente con ideología de izquierda o derecha pero que mantenían una posición crítica contra el PRI y, consecuentemente,  contra el gobierno. 

Estar dentro del PRI era sujetarse a la obediencia absoluta.

Por eso, la escena fue inédita. Inconcebible para la época.

Una votación en el Congreso. No recuerdo qué tema o acuerdo estaba a debate. Entre los parlamentarios del PRI, inesperadamente, hubo uno que obedeció a sus convicciones, no a la línea marcada por la militancia. Decidió votar en contra. Esa decisión, en el México de los años ochenta, en un congreso dominado por el PRI,  le representó una dura carga emocional. 

Una vez emitido su voto,  el hombre retornó su curul. Se cubrió el rostro con las manos. Y lloró. Así permaneció varios minutos. Recuerdo que algún colega del congreso se le acercó para palmearle la espalda y ofrecerle palabras de consuelo.

No recuerdo qué pasó después. No recuerdo el nombre de ese legislador.

¿Lo soñé? ¿Me lo imaginé?

Tengo 53 años. Le he preguntado a personas de mi rango de edad sobre el hecho y si, algunas lo recuerdan. Pero al buscar en Internet no encuentro información. No hay videos. No hay fotos. No hay algo que consigne el hecho. Excepto estas palabras que ahora escribo.

Internet es una enorme e inacabable biblioteca. Pero tiene debilidades. Puede ser falseada con mucha facilidad. Puede ser borrada con tan solo un botón. Y no todo lo que ha ocurrido puede ser encontrado. 

Quienes creen que, si no viene en Internet, es que no existe, se equivocan. Quizás no buscamos de manera adecuada.  O, quizás, no ha sido registrado. 

No todo está en Internet. 

martes, 9 de noviembre de 2021

Machismo

     Veo a mujeres sufrir por la herencia que tuvieron en lo profundo de sus familias. 

     Me cuentan de esa mujer, de treinta y tantos años, que aguantó maltratos, insultos, golpes, de un marido encolerizado con la vida. Y ella todo lo aguantó porque en casa le enseñaron "tienes que obedecer al marido. Es el que manda". 

     Ella logró liberarse de eso. Pero le costó trabajo. Mucho trabajo. 

     No sé más. No sé que ocurrió con ella. La supongo tranquila. Dueña de su tiempo, su espacio. Su destino. 

     Recuerdo aquella anécdota que me contaron una vez. En una casa cualquiera de esta ciudad, La Que Habito, un hombre de edad madura sentado en la mesa. Entonces, grita el nombre de su mujer. Ella está en el segundo piso. Deja lo que estaba haciendo. Baja. Se acerca para saber por qué le habla su esposo. Y él responde "dame la sal".  Y la sal está en la cocina. A unos pasos de la mesa en la cual se encuentra sentado. Una acción sencilla: levantarse, ir a la cocina y tomar el salero. Pero no. Es más sencillo imponer la autoridad. 

    ¿Estas historias van de salida? Espero que sí. A estas alturas de la vida. A estas alturas del siglo, debería ser. 

     Espero que así sea. Espero no equivocarme. 

     

NO TODO ESTÁ EN INTERNET

 Era otra época.  El Partido Revolucionario Institucional dominaba contundentemente las esferas políticas del país. Había partidos de oposic...